jueves, 6 de agosto de 2009

Vidas

Jacko no está muerto porque ha vencido a Internet. La ha saturado para que no sea olvidado el día en que se despidió de nosotros. Elvis también vencerá a Internet. Está vivo; lo hará cuando regrese de su viaje alrededor del globo.
Leonard Cohen hará sonar su Hallelujah el día en que nos deje, invadirá el mundo desde lo alto de los skylines mediante hondas hertzianas. Será el mejor de los tributos. Parte de su ser cruzará para siempre el Golden Gate o la Sagrada Família. Sonará en los antiguos transistores de la época comunista que quedaron atrapados bajo el techo del viejo edificio del mercado de Riga, y su voz pasará de Europa a Asia por encima del Bósforo.
Junto al marco de la puerta; arriba en el cristal y con los bordes llenos de mugre, casi transparente por el maltrato del sol y el tiempo, sobrevivirá invencible una vieja pegatina con el 46 de Valentino. No será solo un sucio perfil de plástico impregnado de grasa y polvo. Su nombre descansará en la ventanas de los talleres de motos, justo al lado de los calendarios de las preciosas pin-ups que nunca han muerto.

Supongo que Elvis, Jacko o Valentino, han andado por las calles de nuestra vida demasiado tiempo para ser olvidados. La vida son dos voces: la de nuestra consciencia, y la del ruido de los trenes, telediarios, o las cajas de supermercado. Nuestro entorno está vivo. Aunque un lunes a las 5 de la mañana bajes a buscar el Ipod al coche y creas no oír nada, verás que el silencio te envuelve con su historia, con los Elvis, Jackos, y Valentinos rondado por allí, aun.

Enric