martes, 7 de junio de 2011

Futuro

Es en uno de los primeros capítulos donde Raymond Carver narra como Iris le pide a Jack que cuando llegue su hora deberá desconectarla. Siempre que empiezo a imaginarlo me atemorizo. Llegará el punto donde no habrá vuelta atrás. Es un miedo oculto e irracional pero palpable, porque sé que es una realidad inevitable. Puedes esforzarte día a día, pero esa batalla vas a perderla.
Intentamos obviarlo y usamos la tecnología para poder conformar un recuerdo detallado y ordenado sobre nosotros mismos y lo que hemos vivido. Tu esperanza natural como ser humano es pensar que quizá cuando todo termine sigas vivo algún tiempo más mientras tu perfil persista online en una red social, o algún amigo no borre tu teléfono de la agenda del móvil pasados diez años después de haberte marchado. Pero tu cuerpo no existirá. Serás silencio, y ya no tendrá ningún valor tu propia memoria. Habrás sido un hilo argumental narrado mediante frases cortas y smileys, un stream of consciousness discontinuo sobre una plataforma digital que te deshumanizó, convirtiéndote en algo banal y esporádico. Quedarás sólo en algunos comentarios debajo de una una foto o en forma de entradas de un blog.
Tu vida podría ser perfectamente una serie de fotografías escogidas al azar en cualquier portal multimedia, adornadas con unos cuantos tweets y algunos posts en tu blog que le den realismo a la narración visual, donde la música de fondo se encargaría de darle la suficiente melancolía para que la gente crea que llegaste a vivirlo; pero sabes qué? Te niegas a comprenderlo; tu también serás desconectado. La muerte es como ese pacto vulgar e impropio con tu consciencia digital: es un referente falso, una ilusión, porque cuando llegue el instante no serás consciente de haber desaparecido.

Enric

5 comentarios:

Montse dijo...

M'agrada molt i ho comparteixo totalment.

Asolada dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Asolada dijo...

Lo sé, pero de todo modos ha sido inevitable la dificultad a la hora de tragar.

Quizá sea un síntoma propio de inmadurez. Esa paranoia de no alcanzar a entender ciertas cosas cuando sólo se trata de aceptar TODO. Que para eso está.

Pero no, no es tan sencillo.

V dijo...

Vuelvo a leerte después de mucho. Un abrazo y a seguir narrando.

Alhy dijo...

Siempre me ha fascinado la idea de identidad digital, que una sucesión de meras palabras (el 30% de lo que constituye realmente la comunicación) sea proyectado, ampliado y deformado por otros espejos. Existimos en las mentes de personas que nunca llegarán a conocernos y estas pueden diseñarnos a su antojo.

En el ciberespacio, sin el telón de la realidad entre acto y acto, todos mostramos con más claridad los huecos de nuestra tela de araña. "Me leen, luego existo" podría ser nuestro lema. El quién y el cuándo resultan mucho menos relevantes.

Casualidad de las casualidades, hace poco leí el monólogo final de uno de los personajes de Farenheit 451, que defendía, precisamente, la idea de permanencia a través de los seres que hemos tocado.

Gracias por tu post, espero que no sea el último.

Se está bien en tu rincón. A riesgo de sonar como Terminator "volveré" ;)

Un saludo ***