Nadie me creyó capaz. Sería duro no reconocer lo que he hecho, pero jamás me perdonaría no aceptar lo que siento. Resulta peor la imposibilidad de escribir sobre ello, cuando permanezco absorto y el teclado se detiene, y sólo dialogo con el ligero silbido del silencio en el oído. Lo único cierto son el paso de los años y ese amor incondicional a lo sincero. Razón o locura, o demencia y error del cobarde que huyó asustado al no reconocerse en el espejo.
El final con la sencillez toma sentido: La simplicidad es asombrosa cuando explicas las cosas mas complejas, mirando a los ojos sin temblar, sin convertirlas en tragedia.
Enric