martes, 9 de agosto de 2016

Black List

Ya te ha perdido. Puedes cerrar la ventana poco a poco. Parece que es cosa de un reflejo, tienes que quedarte dentro y mantenerte agazapado. Es un nombre cualquiera; ni siquiera esas estrellas que cree tener sabrán cómo salvarle. Sois dos productos de una industria que os necesita; dos muñecos con distinto pasado.

La mesa al fondo del salón, entre sus tres ventanas inmensas, queda imponente a contra luz. El stereo tararea un narcisista acústico de Nick Cave donde el público se mantiene mudo. Simulará mirarte. La muerte queda siempre en el aire, a un suspiro de quien decida tomar la decisión. Quizá no haya nada que escuchar o reflexionar.

- Es un trabajo cualquiera. Una vez terminas tienes que marcharte. - Recuerdas sus frases maravillosas en historias con mensajes subliminales de grandes esperanzas, donde nadie era castigado por el hecho de su diferencia, y ahora reconoces en tu piel que las actitudes son el condicionante principal de los pensamientos.

Estás tranquilo, y muy despacio tu dedo corazón recorre el perfilado de la cabeza de uno de los brazos de la silla victoriana con una maldita ergonomía imposible. Se sorprenderá.

De forma fugaz ya lo has visto en tu córtex, y sabes que habrá un instante de miedo que va a terminar con un impacto de sonido apoteósico. Como el pánico en el cockpit antes de chocar contra el agua. Sitúate y dótate de la plasticidad cognitiva necesaria para ser un buen hijo de puta. Se trata de esperar a que abra la puerta.

Enric