El humo y una camarera antipática junto a dos cervezas belgas de abadía. Así distraen el diálogo infinito e insomne sobre las películas fantásticas e ineludibles para programadores de videojuegos, y los textos que jamás publica un loco que quiere reencarnarse en piloto de un Mustang P-51 de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. El regalo de Nu y S0da hace que no olvide que tiene un símil inequívoco a Spike Spiegel, no solo por la apariencia física, sino también por ser afortunado en sus amistades.
Un poco más tarde la música no se detiene; Pancho lo hace de maravilla, mientras la mujer ideal para estar enamorado de por vida le abraza por la cintura. Quizá es por la manifiesta falta de compatibilidad sexual entre ambos, o puede que sea por su condición de ex cuñados, pero desde ese instante no deja de pensar en lo afortunado que es.
El sol sale de nuevo. No tiene prisa, y jugueteando entre las sabanas caen en sus fauces un par de capítulos de Maus y 6 o 7 hojas de esos sueños de pan untado con cacao, avellanas y azúcar, que se digieren a toda velocidad.
Maravillosas jornadas!
Enric