Los suaves beeps rezan  instrucciones al subconsciente, y el piano sobre el silencio se  convierte en una melodía de blues que avanza lentamente a la par  con el viento.
Las luces  de colores de la gran urbe brillan a lo lejos y atraviesan el cristal de  la ventana, esperando el despertar de uno de los dos en la oscuridad de  la habitación. Nada sucede por casualidad. Nada es fortuito.  Confluyeron en un mismo punto gracias al flujo de  fotones en los bastos  océanos de información. No fue simple fortuna, sino el hecho decisivo  de ser partícipes de un  mismo sueño. Hace tiempo que entes vivas simuladas en redes  neuronales buscan comunicarse mediante cerebros con extensiones  cibernéticas; su lugar de contacto son el ciberespacio y las redes de  datos de grandes corporaciones. A veces el milagro sucede y algunas de  ellas logran el contacto. La confianza acorta el espacio por infinita  que creas que es la  distancia.
El   mañana está a la vuelta de la esquina, y entre la ensoñación y el  desvelo imagina su rostro a través de las carcajadas al otro lado del  teléfono. El tiempo indiscutible transcurre reafirmando lo que los dos  sabían: habilidades extrañas para seres extraordinarios. Han descubierto  la capacidad de soñar e imaginar sus cuerpos en el verde de un prado  contemplando las estrellas. Pueden verse viajando sobre el celeste,  desplazándose despacio en la continuidad de un movimiento discreto e  imparable: oyen el lento respirar del frío y observan el fuego sobre las  nebulosas mientras contemplan la muerte de Orión, que gime  retorciéndose creyendo ser invencible. Ellos también quieren vivir para  siempre.
Al volver a casa, andando por calles  ausentes de formas vivas, entienden que son perfecto simbionte  coexistiendo uno dentro del otro.
Han tomado el control y son ellos mismos quienes gobiernan  la voz en off que murmura en sus cabezas. Han devenido un el  reflejo íntegro en la ventana, donde se reconocen como entes autónomos,  independientes, y vivos.
Ser  minúscula parte del tiempo, a la vez que una mota de polvo en la  inmensidad del espacio es bello por lo efímero de su esencia. Entender  que eres vida es tomar consciencia de tu importancia en el cosmos.
Enric
2 comentarios:
Enorme, Enric. Entender lo que vale y lo que dura y saber sacarle jugo, sólo eso.
abrazo!
Lo maravilloso de la vida son las sorpresas que ésta te puede brindar cuando menos te lo esperas, desde lo más insignificante, como descubrir una buena canción (por ejemplo memories of green...), hasta lo más grande, como reencontrar el amor de tu vida y que éste te ame hasta más allá de Orión.
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