jueves, 27 de mayo de 2010

Memories of Green

Los suaves beeps rezan instrucciones al subconsciente, y el piano sobre el silencio se convierte en una melodía de blues que avanza lentamente a la par con el viento.
Las luces de colores de la gran urbe brillan a lo lejos y atraviesan el cristal de la ventana, esperando el despertar de uno de los dos en la oscuridad de la habitación. Nada sucede por casualidad. Nada es fortuito. Confluyeron en un mismo punto gracias al flujo de fotones en los bastos océanos de información. No fue simple fortuna, sino el hecho decisivo de ser partícipes de un mismo sueño. Hace tiempo que entes vivas simuladas en redes neuronales buscan comunicarse mediante cerebros con extensiones cibernéticas; su lugar de contacto son el ciberespacio y las redes de datos de grandes corporaciones. A veces el milagro sucede y algunas de ellas logran el contacto. La confianza acorta el espacio por infinita que creas que es la distancia.

El mañana está a la vuelta de la esquina, y entre la ensoñación y el desvelo imagina su rostro a través de las carcajadas al otro lado del teléfono. El tiempo indiscutible transcurre reafirmando lo que los dos sabían: habilidades extrañas para seres extraordinarios. Han descubierto la capacidad de soñar e imaginar sus cuerpos en el verde de un prado contemplando las estrellas. Pueden verse viajando sobre el celeste, desplazándose despacio en la continuidad de un movimiento discreto e imparable: oyen el lento respirar del frío y observan el fuego sobre las nebulosas mientras contemplan la muerte de Orión, que gime retorciéndose creyendo ser invencible. Ellos también quieren vivir para siempre.

Al volver a casa, andando por calles ausentes de formas vivas, entienden que son perfecto simbionte coexistiendo uno dentro del otro.
Han tomado el control y son ellos mismos quienes gobiernan la voz en off que murmura en sus cabezas. Han devenido un el reflejo íntegro en la ventana, donde se reconocen como entes autónomos, independientes, y vivos.
Ser minúscula parte del tiempo, a la vez que una mota de polvo en la inmensidad del espacio es bello por lo efímero de su esencia. Entender que eres vida es tomar consciencia de tu importancia en el cosmos.

Enric

viernes, 26 de marzo de 2010

El Sueño

Nadie me creyó capaz. Sería duro no reconocer lo que he hecho, pero jamás me perdonaría no aceptar lo que siento. Resulta peor la imposibilidad de escribir sobre ello, cuando permanezco absorto y el teclado se detiene, y sólo dialogo con el ligero silbido del silencio en el oído. Lo único cierto son el paso de los años y ese amor incondicional a lo sincero. Razón o locura, o demencia y error del cobarde que huyó asustado al no reconocerse en el espejo.
El final con la sencillez toma sentido: La simplicidad es asombrosa cuando explicas las cosas mas complejas, mirando a los ojos sin temblar, sin convertirlas en tragedia.

Enric

sábado, 27 de febrero de 2010

Solo

Solo es el retumbar de algo en tu mente. Se mueve como una espora que viaja sin ser conocedora del rumbo. Vacila tambaleándose de un espacio a otro y te cuesta identificar su significado. Los vaivenes progresivos de la canción pseudo-psicodélica de los Sr. Chinarro adornan perfectamente un sentimiento que no entiendes porque es algo extraordinariamente disperso. Después de explorar tu mente y discernir lo real de lo absurdo lo moldeas y lo adaptas para traerlo al plano de tu ser consciente. Al principio es una suave sorpresa, para luego empezar a transformarse en la cruel consciencia de estar realmente atemorizado. Temes únicamente el estar solo. Lo que no alcanzas a comprender es cuan duro puede ser prolongar en el tiempo aquel sentimiento, ese miedo que no compartes con nadie, porque hace tiempo fue tu mismo talante el que te condenó a seguir engullendolo solo.

Enric

sábado, 30 de enero de 2010

Abatido

Sin darte cuenta quedas inmerso en un universo líquido. En los primeros instantes te suspendes como un cuerpo inanimado. Es un espacio adimensional, sin fronteras, del que no reconoces ni principio ni fin. La primera reacción es buscar algo conocido para tomar referencias, pero el impacto y el frío consiguen aturdirte. Lo que sucede a tu alrededor se traduce en infrasonidos que viajan por los entresijos del medio hasta llegar a tu oído, y en ligeros tonos amarillos y rojizos que vislumbras más allá de la superficie que se tornan un puzzle dinámico sin piezas ni normas.
No sabes donde estás y la sensación de angustia se agudiza, porque el peso de la chaqueta de piel empapada hace imposible que termines de salir a flote, mientras giras y volteas sobre el eje imaginario de ti mismo para orientar la cabeza hacia algo reconocible.
Con la quinta bocanada de aire respiras profundamente, y entonces ves como un Spitfire en llamas cae sobre su lado izquierdo describiendo un arco como trayectoria, cruzando el cenit fugaz y rompiendo la frágil oscuridad nocturna; inmediatamente la estampa se graba en tu mente, porque sabes que quizá sea la última preciosa imagen que entiendan tus ojos antes de despedirte. Es su enorme estruendo al impactar contra el agua lo que te hace reaccionar, mientras lo observas cuando muere ahogado como tu Albatros, al que una vez hundido sus alas de gigante no le sirven de nada.
Se empieza a nublar tu mente y te das cuenta de las pocas opciones reales que tienes. Te aterroriza pensar que todo vaya a concluir de manera lenta: el dolor de la hipotermia o la asfixia progresiva. Después de algunas horas te despides de la luna y de su aura, y la sensación de paz te lleva a pensar - o a soñar - que quizá el crepúsculo y el aguacero sean el mejor epitafio.

Enric

sábado, 26 de diciembre de 2009

Vuelvo a empezar

Volveré sobre mis pasos para entender si fue o no un delirio. El draft era largo y demasiado denso para explicar algo tan sencillo. Lo reescribía una y otra vez pensando en como empezó todo. Fue hace años, y ni siquiera sé si la primera vez que tuve ese sentimiento era tan real, o si lo idealicé con el transcurso del tiempo.
Volví a despertar cuando leí su nombre en el móvil. El sutil golpe de efecto hizo inevitable que dejara derrumbarse como un castillo de naipes mi tentador plan nocturno. Sin pensarlo identifiqué su recuerdo como un sentimiento perfectamente idílico; tanto, que no podía ser cierto. El mensaje en el teléfono fue algo parecido al unicornio de papiroflexia que se convierte en un indicio para Rick Deckard. En ese instante se da cuenta de que alguien conoce todo lo que ha soñado, y reacciona reflexionando sobre si lo vivido fue real y tangible, o por lo contrario era una ficción artificial que alguien reprodujo como un recuerdo en su mente.
Es importante entender la naturaleza de los recuerdos porque van a condicionar tus emociones.
De tanto luchar contra lo confuso e irracional terminé por dudar sobre si lo que sucedió fue un sueño, o quizá si al desvanecerse se convirtió en el silencio que viene siendo el recuerdo que aun perdura.
Algo me dice que todo estaba destinado a ser así; nacemos predispuesto a creer, pero el paso de los años hace que ya nada sea como antes. Si vives con demasiada intensidad los sueños caen por si mismos.
He interiorizado una especie de culpa; en mis pensamientos dejó de haber la ingenuidad suficiente para darme esperanzas. No es que no entienda nada, quizá el pequeño sobresalto de ayer me hizo entenderlo todo: la vida son recuerdos efímeros, y en un parpadeo recreas lo que necesitas sentir. Cualquier cosa que no sea tan perfecta será ficticia.
Seguramente sean la edad y el pragmatismo los que se han convertido en un unicornio de papiroflexia que desespera en la mesilla de noche; ahora ya nada es idílico.

Enric